Transitamos por las palabras de Virginia Wolf, extrañamente cercanas, como si fueran un paisaje necesario, un escenario lleno de luz. Una luz que desde 1928 ha llegado hasta nuestras manos para que la llenemos de música, de imágenes, de movimiento.

Esta obra se basa en el libro Un cuarto propio, , en el que Virginia reflejó las conferencias pronunciadas en la Sociedad Literaria de Newham y la Odtaa de Girton, ante un grupo de mujeres que seguramente no tuvieron la vida que deseaban o merecían. Virginia las recuerda así:

Mujeres jóvenes hambrientas pero valerosas, esa es mi impresión. Inteligentes, interesadas, pobres; y destinadas a convertirse en maestras de escuela por docenas. Les dije suavemente que bebieran vino y que tuvieran una habitación propia.

Por qué traer de vuelta las palabras de Virginia, llenarlas de canciones, de objetos que cobran vida, de proyecciones que sueñan y dibujan el mundo. Porque aún quedan muros que derriban, puertas que abrir, aristas que limar. Y porque desde principios del siglo XX una mujer nos tiende la mano, y nosotras la tomamos, y seguimos su camino, continuamos su lucha.

La música de maríaconfussion, la dirección escénica de Arantxa Azagra, la iluminación y el espacio escénico de Javi Lópezcrean una habitación mágica en la que Virginia vuelve a escribir, mientras el público ríe, escucha, sueña, nos acompaña. Y quizás sale con un poco de esa luz prendida en el alma o en el pelo.

Lo dijo Virginia: Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio.