Desde Hay camino —su anterior disco— maríaconfussion buscaba nuevas palabras, nuevas melodías. Las encontraron despacio, caminando, porque “para que haya camino tienes que caminar”. Y caminaron entre árboles que susurraban “vuélvete rama”, entre nubes que dejaban caer flores de tormenta, entre piedras que guardaban esperanza. Se encontraron músicas que cruzaban el Mediterráneo, llevadas por miles de invisibles, para que el mar cantara y la indiferencia despertara.

Así nació Deja que cante. Canciones cuya semilla vino en el viento y en los sueños; melodías que surgieron entre muchas otras y que eligieron porque las conducían a un sonido nuevo, a un ritmo distinto, a un modo diferente de hacer.

Este concierto abre una puerta luminosa: la energía de la percusión, armonías cercanas al jazz, letras que respiran poesía y una voz que busca convertirse en aire para aquello que pesa demasiado.

Deja que cante es un recordatorio de que, al fondo del corazón, siempre queda una llama encendida.

En este nuevo camino musical, maríaconfussion combina sus señas de identidad —la búsqueda poética, la sensibilidad escénica, el diálogo entre piano y voz— con un impulso renovado: nuevas estructuras, un sonido más abierto y un repertorio que abraza tanto la composición propia como las canciones que les han inspirado.

Es un concierto que mira hacia dentro y hacia afuera.

Hacia quienes escribieron antes.
Hacia quienes están por venir.
Hacia quienes se sienten parte de este viaje.